Te lo preguntaste alguna vez?
Hay dos caminos del perdón:
El más habitual es desde mi hacia el afuera: es el perdón que trae atrás obligación, culpa o mandato. Lo reconozco cuando sigo habitando en las emociones que han llevado a perdonar. La mayoría de las veces necesito decirle al otro que lo perdono.
El otro camino, es de mi hacia mi mismo: No necesito decirle al otro que lo perdono. Porque este camino del perdón no es una acción, es un ESTADO. Y para poder experimentarlo es necesario abrazar la “comprensión”
Es la comprensión de los profundos motivos que llevaron a esa persona a actuar como actuó. Es ver la intimidad de lo ocurrido. Y estar convencido de que “el otro” hizo lo mejor que supo hacer. Es decir: ya no juzgo.
Cómo darnos cuenta de que estamos involucrados en este perdón? Porque dejamos de sentir esas emociones que nos hacían mal y provocaban reacciones como el enojo.
Desaparece el rencor, desaparece la bronca. Y al final, este camino trasciende el perdón porque al perdonar, PERDONO AL OTRO EN MÍ, PARA SER LIBRE.
