¿Te ha pasado que le hablas a otras personas con palabras amables con el objetivo de motivarlas y cuando te hablas a ti utilizas un modo diferente?

Misericordia hacia el otro, castigo hacia ti.

Cuando te criticas, te miras a ti mismo como si fueras otra persona, con mirada superadora, señalándote con el dedo.

Si no puedes avanzar con algo, si te has propuesto una y otra vez llevar adelante una acción y no la sostienes en el tiempo, es momento de cambiar la reacción automática de agredirte.

Y empezar a mirarte como el centro y creador de tu presente. Eres el dueño, no el culpable. Porque el desafío sos vos, no el hecho en sí.

*Deja de decirte que no es para vos.

*Deja de decirte que podrías haberlo hecho mejor.

*Deja de decirte que eras haragán, inútil.

Ese pie que tienes en los hombros es el tuyo. Aflojalo, hasta que desaparezca. Paciencia en este punto.

 El origen de tu progreso es dejar de analizar la acción para encontrar argumentos que sustenten la autocrítica.

No es cuestión de poder. Es cuestión de conocerte.

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