Hace unos días, un líder me preguntó: -”Por qué mi equipo no rinde como quiero? Yo los motivo, los reconozco…y no veo nada”.
Bastó solo una pregunta:- Esto que no ves, está diciendo algo? Hubo un precioso silencio. Y respondió: – Sabes que? no estoy escuchando, ni siquiera lo que yo digo.
Luego de unos días me escribió y dijo: “Nunca hubiese pensado las circunstancias personales durísimas por las que mi equipo está pasando. Muchos lloraron mientras lo contaban. Me di cuenta que me falta escucharlos”
Las emociones disfuncionales generan un impacto directo en el rendimiento. Y si esas emociones persisten en el tiempo se convierten en estados de ánimo. Paso siguiente, nos bloqueamos, porque el estado de ánimo afecta al intelecto en todas sus dimensiones.
Gestionar las emociones hoy es prioritario. Por ello, un líder debe saber gestionar sus emociones y propiciar el espacio adecuado para que su equipo pueda hacerlo. Así, la otra persona se siente valorada. Y cuando se mira a un ser humano como valioso, el talento encuentra ese espacio natural para desplegarse.
